viernes, 9 de febrero de 2018

Saturno, Eduardo Halfon


"Sus cartas, padre, me llegaban un par de veces cada año. Yo estaba lejos en la universidad, pero usted estaba aún más lejos de mí. Al inicio, ingenuo, yo abría el sobre con una emoción contenida. Y siempre, sin falta, hallaba un papel doblado en tres. Un solo papel con el membrete de su empresa. Mal doblado, por prisa, supongo. Buscando sus palabras, padre, necesitándolas, lo desdoblaba con ansia. Y como una hoja seca hamaqueándose en la brisa, lento, el cheque caía hacia el suelo. Yo lo dejaba allí, casi olvidado a la par de mis pies, pues lo que realmente me interesaba no era su dinero, padre, sino sus palabras. Ingenuo, buscaba sus palabras. Y en medio del papel, escrito en tinta negra, encontraba yo siempre lo mismo: su nombre. Nada más. Sólo su nombre, firmado con prisa. Una palabra. Sólo una palabra. El padre es un nombre.
Quizás por eso escribo, o mejor dicho, quizás por eso necesito escribir."

Por la noche y de tirón. Me doy cuenta de que siento la musculatura entumecida. No me he movido prácticamente del sillón durante el tiempo que ha durado la lectura. Ni sé qué hora es. No he tardado mucho en leer este pequeño libro negro que tengo entre las manos; lo he devorado rápido, con la misma voracidad implacable con la que Saturno engulle a sus hijos, pero sin la crueldad de éste. Al contrario, la lectura del texto de Eduardo Halfon despierta todo tipo de emociones y sentimientos, pero ninguno cruel. Puede despertar tristeza, dolor, compasión, empatía, rabia...precisamente todas aquellas respuestas que puede provocar la crueldad, o lo que puede ser peor, la indiferencia.

"Saturno", publicado en 2003 en Guatemala, viene reeditado ahora de la mano de Jekill&Jill en una cuidadísima y bella edición que hace justicia a la calidad de la narración. "Saturno" de Eduardo Halfon es un texto potente, arrollador y digo texto con toda la intención porque no me encaja ni como novela, ni como relato, ni como epístola propiamente dicha aunque sea éste su planteamiento narrativo. Prefiero hablar de "Saturno" como texto, un largo texto narrativo, un pedazo de literatura que brota sólido y vibrante a través de la palabra de su narrador, un narrador que controla a la perfección su discurso y sus emociones, consiguiendo una escritura contenida pero a la vez tremendamente emocional. En "Saturno" no sobra ni falta una palabra. Da la sensación de que cada frase está donde tiene que estar y para eso ha tenido que haber un trabajo previo concienzudo y meticuloso que seguro no ha sido nada fácil. El texto fluye con una pasmosa precisión, condensando emociones, tamizando mucha rabia contenida que se filtra a través de las palabras con todo el poder evocativo que les otorga la buena literatura.

Es probable que "Saturno" sea, en mayor o menor medida, autobiográfico, pero comprobarlo es casi lo de menos, porque a fin de cuentas, un buen escritor suele ser, o debería ser, un buen fabulador, así que no importa si es verdad o no lo que nos cuenta, lo importante es que los lectores nos lo creamos y sí, nos lo creemos de la primera a la última palabra.

Es éste un ajuste de cuentas de un escritor a un padre que siempre estuvo física y emocionalmente ausente, indiferente hacia su hijo y hacia su vocación literaria. El dolor acumulado durante años por esa incomprensión y por la violencia física y emocional infringida por ese padre durante la infancia y juventud del que escribe el texto, es el motor de la narración que va avanzando firme y contundente en forma de carta. Con ágil destreza, a esta epístola personal, se van intercalando breves y asombrosamente numerosas, historias de escritores que ya sea por conflictos con la figura paterna o por otros motivos personales, dieron voluntariamente fin a sus vidas: todos ellos se suicidaron. Y es que la sombra del suicidio planea siniestra sobre el texto y nos hace leer conteniendo la respiración al sopesar que podría ser un posible final al desenlace narrativo.

Leemos casi sin aliento el borboteo constante de escritores que acabaron con sus vidas, incapaces de soportar sus fantasmas y dolores personales. Nuestro narrador también sufre pero a la vez, se aferra a una vía de escape, sólida y salvadora: la escritura. 

"Me obligó a escaparme. Necesitaba escaparme, transformarme en una escurridiza serpiente. Huir. Pero si yo quería escaparme de usted, padre, también tenía que escaparme de la familia. Y me escapé. De todos. Pero en especial de usted. Abandoné todo ( su autoridad, su dinero, sus ideas, hasta su religión) y viajé hacia la única cueva donde me sentía protegido, donde sabía poder estar completamente aislado de usted. Al lenguaje. Era imperativo escaparme a un mundo sobre el cual usted jamás pisaría. Al mundo de la madre: el lenguaje, las palabras, la literatura. Un mundo inaccesible para gigantes como usted.
Huyo escribiendo, padre."

"Saturno" quema en las manos y abrasa el alma, reverbera en la memoria días después de haberlo leído. Como dijo Kafka, presencia invisible pero omnipresente en este texto: “Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?… Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro.”  Sin duda, el famoso escritor checo hubiera leído "Saturno", y sin duda, le hubiera gustado mucho, tanto como nos ha gustado a nosotros o quizá, debido a sus circunstancias personales, todavía más...si es que eso puede ser posible. 



Fotografía de Boulevard literario  


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