lunes, 5 de febrero de 2018

"En un café", Mary Lavin

Decía la escritora canadiense Mavis Gallant: "Hay algo que siempre quiero decir acerca de leer relatos cortos. Los relatos no son capítulos de una novela. No se deberían leer uno tras otro como si fueran correlativos. Hay que leer uno. Luego cerrar el libro. Leer otra cosa. Volver más tarde. Los relatos pueden esperar."

Quizá sea como ella dice, pero al empezar el primer cuento del libro de Mary Lavin, "En un café" que acaba de publicar errata naturae, resulta imposible seguir el consejo de Gallant.

Hay algo que atrapa y empuja a seguir leyendo sin parar, uno tras otro, cada uno de los 16 relatos de los que consta el volumen. No son correlativos, pueden leerse en cualquier orden, no hay personajes o argumentos iguales pero sí existe una relación entre todos ellos; son cuentos totalmente independientes pero subyace en todos un tono, unos temas, unos paisajes y unos protagonistas que conforman el universo personal e íntimo de esta autora de padres irlandeses, nacida en 1912 en Massachusetts pero que se trasladó con 10 años a la tierra paterna en la que vivió hasta su muerte, en Dublín en 1996.
El tema de la emigración que ella misma vivió es uno de los temas recurrentes en sus cuentos, un elemento autobiográfico que tratará desde los más diversos puntos de vista, desde la añoranza de la tierra que se deja hasta el proceso de adaptación al país de llegada, como autobiográfico es también otro tema muy presente en los relatos: la viudedad, y es que Lavin quedó viuda muy joven con tres hijos a su cargo, situación dura y difícil que no obstante no le impidió escribir y desarrollar su carrera como escritora, de la que incompresiblemente no teníamos noticias hasta ahora. Afortunadamente gracias al buenhacer de errata naturae contamos con la obra traducida al castellano y Lavin, junto a otra compatriota suya, la espléndida Edna O'Brien, (descubierta también en su día gracias a la misma editorial), ha pasado ya a formar parte de nuestros autores favoritos.

"En la senda de Chéjov unas veces, de Katherine Mansfield otras —y anticipando la obra de Edna O’Brien—, los relatos de Lavin sorprenderán y cautivarán a los lectores en español, y les mostrarán también el poder que encierra un «simple» cuento, lo formidable y evocador que puede llegar a ser ese «artefacto narrativo» antiquísimo e inigualable…" ¿Exagera esta presentación de la contraportada? ¿Exageran las dos grandes Alice Munro y Joyce Carol Oates cuando se declaran admiradoras incondicionales de la obra de Lavin? Pues francamente, no. 

Leyendo atentamente los relatos de "En un café" sentimos la presencia del formidable Anton Chejov en los ambientes claroscuros de determinadas narraciones, en la descripción meticulosa y conmovedora de ambientes pobres o sórdidos, de personajes sencillos, más o menos fracasados que pese a todo preservan su dignidad. Y aun con estilo propio, diferente e incomparable al del inimitable ruso, sí comparte con él una profunda humanidad y benevolencia por sus criaturas. 

También recordamos a Mansfield al leer a Lavin, principalmente porque igual que la neozelandesa decía en sus cuentos mucho más de lo que parecía a simple vista y cada relectura nos descubría capas soterradas de significados escondidos, críticas sociales, ironía y profundos sentimientos ocultos bajo una aparente sencillez, así ocurre en los cuentos de Lavin. No hay grandes historia, ni hazañas ni personajes formidables, pero cada narración contiene un pedazo, cuando no un desgarro de vida en estado puro.

En todo libro de relatos, prácticamente siempre, hay algunos que nos gustan más que otros, sean del autor que sean, pero debo reconocer que me ha sorprendido esta vez la calidad uniforme que hay aquí en todos ellos. Por destacar, aunque eso no excluya bajo ningún concepto la lectura recomendadísima de todos ellos, destacaría "Limonada" por la originalidad de dotar a este elemento que da título al relato de una fuerza simbólica muy potente en el desarrollo de la narración; "El hijo de la viuda" por los dos posibles desenlaces que dan pie a una interesante reflexión sobre el destino; "En el café" porque ahonda con una exquisita sensibilidad en la psicología femenina y en la soledad y necesidad de compañía que comporta la viudedad; "Guantes de gamuza" en los que una joven novicia se debate entre su vocación y el mundo que dejará atrás y "Una historia con estructura" porque además de ser un curioso ejercicio metaliterario, de cuento dentro de un cuento, podemos descubrir alguna opinión de la propia Lavin acerca de su tarea como escritora: "Algunas veces es más fácil inventar que recordar con detalle, y, de no ser así, tanto el arte de narrar como el arte de chismorrear se marchitarían en un instante" o cuando justifica el final de sus cuentos que alguien tilda de inacabados: "La vida tiene muy poco argumento. La vida normalmente se interrumpe a medias"

Los relatos de "En un café" son pura vida, fogonazos de vida intensa que surgen de forma inesperada y nos deslumbran por su autenticidad y su vigencia. Viajemos a la Verde Erin, disfrutemos, gocemos y suframos en sus indómitos y exuberantes paisajes, embarquemos rumbo al Nuevo Continente, paseemos por las grises calles de Dublín y sobre todo, escuchemos con atención las historias que nos cuentan los protagonistas de estos relatos. Su voz puede ser también la nuestra. 



Fotografía de Boulevard literario 



3 comentarios:

  1. Me encantó la reseña como todas las que he leído de boulevard literario. Me gustan mucho los libros de relatos. No conocía a Mary Lavin pero con esta presentación y las recomendaciones de dos de mis cuentistas favoritas, Alice Munro y Joyce Carol Oates ya mandé pedir mi copia de En un café, y otro de ella (selected stories). Muchas gracias por tomarse siempre la tarea de encontrar para nosotros buena literarura y preparar tan completas reseñas.

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    1. Gracias por tu comentario Anabelle. Me alegra que te gusten mis reseñas y que puedan serte útiles como referencia para descubrir nuevas obras y autores. Espero que disfrutes de "En un café". Saludos!

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  2. Yo también te sigo. Además soy bibliotecaria
    Hoy me lo he auto regalado.
    Después de una etapa difícil en mi vida. Gracias Susana

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