lunes, 4 de diciembre de 2017

La profunda sencillez de Elizabeth Strout

Septiembre de 2016. La mesa está preparada. No es muy grande, el tamaño justo para que quepan apilados, ejemplares traducidos al catalán y al castellano de la novela "Me llamo Lucy Barton" y algo más de espacio para que su autora pueda sentarse a firmarlos. 

Estamos en la librería Laie de Barcelona, en cuya planta superior Elizabeth Strout está atendiendo a la prensa. Cuando termine, bajará a dedicar su libro a quién lo desee. Poco a poco se va formando una cola de lectores, la mayoría mujeres, que esperamos impacientes a esta estupenda escritora norteamericana que se hizo famosa en nuestro país con la brillante "Olive Kitteridge" y que ahora nos ha vuelto a seducir con "Me llamo Lucy Barton" publicada por Duomo Ediciones.

Sencilla y discreta, Strout toma asiento y sonríe. Gracias a la traductora que la acompaña, todos tenemos la posibilidad de comunicarnos con ella. Atiende a cada uno de nosotros sin prisa, con un gesto cálido y sin perder la sonrisa. Cuando llega mi turno le cuento que admiro su obra desde que la descubrí con "Amy e Isabelle" a la que siguieron, "Los hermanos Burgess", "Olive Kitteridge" y ahora "Me llamo Lucy Barton". Strout abre los ojos sorprendida de que haya leído toda su bibliografía y se muestra alegremente agradecida. "Admiro su habilidad por convertir en universal lo más cercano a usted, esa capacidad de contar lo más simple y cotidiano, lo más dramático y terrible y hacerlo llegar al corazón de lectores de todo el mundo. Su humanidad, su profunda sencillez narrando. Muchas gracias por escribir como escribe". Algo así surge atropellado entre mis labios cuando me está firmando el libro, ese que me devuelve dándome a mi las gracias por leer su obra que espera siga leyendo y deseándome, inmortalizados en tinta azul, "my warmest wishes".

Ha pasado un año desde entonces y aquí estoy, con su última novela recién leída y una vez más, disfrutada. Duomo Ediciones nos vuelve a traer a Strout con "Todo es posible" en la que volvemos a encontrarnos con el universo de Lucy Barton  pero esta vez, a los ya conocidos se sumarán  nuevos personajes, nuevas situaciones, más historias y más intensas. La trama de "Todo es posible" se amplía y diversifica respecto a la obra anterior. Si en "Me llamo Lucy Barton" las protagonistas principales eran madre e hija y la narración giraba entorno a su reencuentro en el hospital y la compleja relación entre ambas que se va descubriendo a lo largo de las visitas de Lucy a su madre, hospitalizada, ahora, en "Todo es posible", los recuerdos y los personajes de los que madre e hija hablaban en el hospital se convierten en los protagonistas de la trama, que en realidad es una suma de subtramas porque la historia se ramifica con las múltiples historias de cada personaje. De hecho, aunque reaparece Lucy en escena, lo cierto es que no hay protagonistas principales y secundarios. Esta vez, todos actúan a un tiempo, todos tienen la misma relevancia y aportan por igual contenido al texto.
Como ocurría en "Olive Kitteridge", los capítulos gozan de una autonomía que permitirían leerlos como relatos independientes, pero leídos en conjunto es cuando alcanzan esa fantástica magnitud de novela, de fresco variopinto y sorprendente, lleno de matices y facetas que vale la pena leer en su totalidad.

Strout tiene la fascinante habilidad que caracteriza a los buenos narradores de historias, esa profunda sencillez que le permite escarbar en las más hondas miserias de sus personajes y sacarlas a la luz, sin sentimentalismos pero también sin dramas. En "Todo es posible", y en general, en toda la obra de Strout no se regalan los oídos a nadie, se cuenta lo que se suele esconder, sin concesiones a dulcificar lo más crudo pero sin recrearse en el dolor ni las tragedias cotidianas. Con un estilo austero, directo, natural y fluido, las historias se van desarrollando ante los ojos del lector que, aun alejado de ese entorno rural del Medio Oeste norteamericano en el que siempre localiza Strout sus novelas, empatiza y conecta con sus protagonistas. No hay más secreto que esa profunda sencillez de su autora, que una vez más se despliega en esta maravillosa novela que en el fondo, pese al tono agridulce que la caracteriza, contiene un mensaje esperanzador : "todo es posible para todos". Lean y entenderán...



Fotografía de Boulevard literario 


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