lunes, 20 de noviembre de 2017

Inmersión, Lidia Chukóvskaia

"Estamos en febrero de 1949. Nina Sergeievna, escritora y traductora, es uno de los privilegiados a los que la Unión de Escritores ha concedido un mes de descanso en el campo, lejos de la oscura y ominosa capital, Moscú. Oficialmente, se supone que debe descansar o trabajar en sus traducciones, pero lo que hace, en realidad, es reflexionar sobre la desaparición de su marido durante las persecuciones estalinistas de 1938, para liberarse así, al menos en parte, de su propia pesadilla. En una casa de campo finlandesa, en mitad de bellísimos paisajes nevados, Nina se sumerge en su historia mientras convive con otros traductores, autores o cineastas, más vinculados al régimen que ella."

"Inmersión" de Lidia Chukóvskaia publicada por errata editorial es un duro texto de denuncia, la de la persecución política que sufrieron en los años 40 muchos intelectuales de la época por parte del régimen estalinista, y que acabó con la supuesta desaparición de muchos de ellos, lo que en realidad fue su inmediata codena, ejecución y muerte, encubierta por el régimen ruso.
Lidia Chukóvskaia escribe para recordar y para que nadie olvide, pero lo hace con una novela que trasciende mucho más allá de la simple denuncia, finalidad que por si misma y en exclusiva sería perfectamente legítima y respetable, pero en este caso, el texto se viste y arma con un estilo tan limpio, preciso y contenidamente poético que se transforma en un bellísimo artefacto literario.

A lo largo de la lectura se van desplegando todas las dimensiones y facetas del texto: novela de denuncia política sí, pero también novela autobiográfica, pues la protagonista, la joven escritora y traductora Nina, tiene mucho en común con la autora. Desconocemos cómo sería Chukóvskaia pero Nina se nos presenta más bien huraña, no especialmente simpática, introvertida y reservada pero acabará ganando nuestros corazones por su franqueza y sus nobles principios, por una autenticidad de carácter y de ideología, una pureza de sentimientos y una sensibilidad tan especial que la convierten en un personaje entrañable, una mujer que se encierra en su mundo interior, tremendamente herida por la pérdida de su esposo, en supuesto "paradero desconocido" y que trata de recomponer sus recuerdos y los pedazos que quedan de su pasado a fin de perpetuar su memoria a través de la escritura. Y con este objetivo, se abre otra línea temática en la novela: el poder de la literatura para preservar la memoria.

Buena conocedora de la literatura de su país, Chukóvskaia enriquece la trama con numerosas referencias, fragmentos y reflexiones literarias, a menudo puestas en boca de personajes que discuten y plantean cuestiones tan interesantes como el reconocimiento o la condena al ostracismo de determinados autores rusos o el papel artístico, político o social que debe desempeñar la literatura.

La novela le sirve a su autora pues, como vehículo para hablar de política, de literatura...pero lejos de ser un ensayo, también construye una novela de sentimientos, de análisis psicológico de los personajes, pues, todos ellos, desde la superficial casera hasta los escritores que conviven con Nina en su retiro son retratados con escrupulosa intensidad, revelando todos y cada uno de ellos sus más íntimos dramas personales que arrastran y esconden tanto como les es posible pero que en determinadas situaciones salen a la luz con lo que se demuestra que nada es tan simple como a veces pueda parecernos. 

A destacar también la estructura narrativa de la obra que avanza con un tempo muy marcado, no solo porque la novela está escrita en capítulos que corresponden a las distintas jornadas que Nina pasa en la casa del bosque, lo que le confiere ya una estructura de diario, sino que además parece que al ir leyendo sentimos una cadencia suave y constante que se corresponde a la rutina diaria de la protagonista. Cada capítulo empieza con un nuevo día, con una mirada de reconocimiento desde la ventana de la habitación de huéspedes al exterior, a ese paisaje frío, nevado, esos abetos que Nina busca cada mañana tras el cristal de su ventana. Una naturaleza helada y silenciosa que atrae e invita a la joven cada nueva jornada a hacer largos paseos que la estimulan y le dan la fuerza necesaria para recluirse después en su habitación y llevar a cabo su propósito: esa "inmersión" a la que hace referencia el título de la novela y que es esa búsqueda de recuerdos del pasado con los que reconstruir su propia historia y por extensión la de miles de compatriotas suyos exterminados por la política de Stalin. 

"Un libro...Reposará en una estantería junto con otros, lo tomarán en la mano, lo hojearán, lo volverán a poner en su sitio. Le quitarán el polvo, el polvo que cubrirá el silencio de esta hora, y de este lugar, un silencio a través del cual regresaron a mi la voz de Aliosha y los llantos de la pequeña Katiusha...
Ese libro era yo, mi corazón angustiado, mis recuerdos que nadie podía ver, como no es visible, por ejemplo, una migraña o ese punto doloroso en mi ojo, pero se transformaría en papel, en páginas encuadernadas, en una novedad editorial y, si era capaz de acometer una inmersión audaz, en la nueva alma de alguien. Al crearla, esa alma estaría impregnada de la voz de Aliosha y de los llantos de Katia(...)
No, nadie consentirá que mis recuerdos se conviertan en libro. Ni se lo permitirán a la pregunta que me carcome.
¿Para qué, pues acometo esta inmersión?
Quiero encontrar a mis hermanos, si no ahora, por lo menos sí en un futuro.
Todo lo que vive necesita fraternidad, y yo también la busco. Escribo un libro para encontrar a mis hermanos, aunque sea en un porvenir desconocido."

Ese es el objetivo de Nina, de Lidia, ese es "Las farolas del puente" o "La hija", ese conmovedor relato que aparece finalmente dentro de la novela y que aun no tiene título decidido pero si un fin muy concreto. Un juego de metaliteratura, una historia dentro de una historia que también es autobiografía y que, oculta entre las páginas de un diario conseguirá perpetuar un testimonio dramático para que no se pierda en la memoria y desde luego, en nuestra memoria, "Inmersión" quedará para siempre...






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