lunes, 13 de marzo de 2017

El viejo Rivers, Thomas Wolfe

Desde que vi la película "El editor de libros" (cinematográficamente buena, literariamente, cuestionable), con Colin Firth haciendo el papel del editor Maxwell Perkins y a Jude Law interpretando a  Thomas Wolfe, me entraron muchas ganas de leer alguna obra de este autor, hasta ahora, desconocido para mi. Pero investigando sobre la complejidad intelectual del personaje y comprobando en librerías, la extensión y densidad de sus novelas, me desmoralizó un poco leerlo.

Afortunadamente descubrí en el catálogo de Periférica una serie de textos de Wolfe, más breves y asequibles (tanto por tiempo para leer, por economía y creo, incluso, por formación literaria) que nos introducen y nos permiten hacernos una idea bastante aproximada del estilo de este autor norteamericano desbordante y excesivo por lo que parece fue, tanto como persona como escritor, a pesar de que esta breve novela en concreto, como nos apuntan en una nota final los editores de Periférica, tiene un tono muy distinto al resto de la obra de Wolfe.

"El viejo Rivers" (cuyo título juega con el de la famosa canción "Old man river"), es un texto cargado de ironía y crítica hacia un personaje en concreto, Robert Bridges,  uno de los editores del "Scribner's Magazine" que en su día publicó a algunos de los más famosos autores de la llamada Generación Perdida: Hemingway, Scott FitzGerald, Zelda FitzGerald o el mismo Wolfe que se sirve de Bridges para inspirarse en la creación de este entre conmovedor y patético señor Rivers, que también es el vehículo que utiliza Wolfe para criticar el mundo editorial de su época , con el trasfondo de la Depresión del 29 y las graves consecuencias económicas que comportó para la sociedad norteamericana.


La novela es breve, escrita con una prosa trabajada pero ágil, tremendamente pulida y educada, pero cargada de una buena dosis de ironía dirigida a leer la cartilla a los sectores más conservadores y reaccionarios que mandaban y conspiraban en el mundo literario neoyorquino de la época.


"El viejo Rivers", con su aspecto y maneras ya caducas, "sin más talento literario del que cabría holgadamente en el fondo de un dedal, sin más habilidad crítica que la de una maestra rural y sin opiniones más llamativas que las de cualquier dependiente de una tienda (...) había alcanzado una posición a nivel nacional en la que su talento literario se daba por sentado, su habilidad crítica era estimada como una facultad de penetración excepcional y sus opiniones eran ampliamente consideradas y divulgadas con piadosa fidelidad en las páginas del New York Times." 
Alcanzado el reconocimiento social, a Rivers solo le queda ir capeando como puede a los nuevos autores que rompen con la literatura tradicional y que para él suponen un problema a la hora de encajarlos dentro de sus criterios literarios, irse apartando discretamente de los círculos intelectuales y por encima de todo, dejar constancia de su nombre en las páginas del "Who is Who".

Rivers representa los valores de una América ya caduca que deben dejar paso a la modernidad. Wolfe lo tiene claro y arremete sin concesiones contra todo lo que encarna el ya caduco editor pero también resulta imposible que este personaje  ya en el ocaso de su vida profesional y personal no nos inspire una cierta ternura cuando lo imaginamos andando por las calles de Nueva York hacía ese Club Universitario que es su hogar y en el que el solicito Tom le preparará siempre su Old Fashioned, hasta el final de sus días.





1 comentario:

  1. Me pasó lo mismo al ver la película, gracias por encontrar para nosotros la obra que nos acerque a Wolfe y presentarnosla al estilo tan fascinante de boulevard literario.

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